Quizás algunos ya lo conocéis, los que no, tenéis que saber que es increíble. Es sabio y eso le hace parecer mucho mayor de lo que en realidad es. Es el típico hermano mayor que siempre sale en defensa de los suyos y quizás por eso, algunos piensan que tiene mala fe. Pero cualquiera que haya podido estar con él a solas, sabrá que se trata de todo un ejemplo para el resto. Eso sí, solo en el caso de que pases la prueba y resitas los más de 5.200 metros que separan el 1r campo base del Everest con el nivel del mar.
Al ir en temporada baja, hemos tenido la suerte de estar completamente a solas con él. Momento que he aprovechado para preguntarle qué le parecía el hecho de haberse convertido en una atracción turística, y muy modestamente me ha respondido que se siente halagado por los miles de personas que le vienen a ver, especialmente de los más atrevidos que lo hacen andando desde Lhasa o Kathmandú (no ha sido mi caso). Le digo que quizás, la próxima vez, aunque no prometo nada.
Se va acabando el tiempo, estamos a -20º y aunque el sol nos acompaña el mal de altura parece que vuelve a asomar la cabeza. Justo en el momento en que me voy a despedir me confiesa algo; que lo del blanco es por cuestión de imagen pero que en realidad es del Barça y que desde los 8.000 también está claro que nadie más que Xavi se merece el balón de oro.
Me despido de él y le digo hasta pronto.