Llegar al Tíbet desde el 2006 es más sencillo, gracias a la línea de tren que construyeron los chinos con el objetivo de colonizar su capital, Lhasa. Y en efecto, aunque el paisaje por el norte del país via Golmud es precioso, la llegada a la estación destrempa. Es una ciudad china más. Eso sí, que no haya calefacción aquí, a -2º por la noche, se nota. El trayecto en tren se caracteriza por los síntomas del mal de altura y es que en algunos momentos rozamos los 5.000 metros y aunque hay oxigeno, no ví que nadie lo utilizara.
Por la mañana me di cuenta de que estaba en 2 ciudades, la Lhasa china y la Lhasa real. El templo de Jonkang es impresionante, con todos los peregrinos rezando y girando alrededor del templo por la calle Barkhor durante más de 5 horas. El olor a incienso inunda la calle y el humo esconde a los muchos polícias, pero no a sus rifles.
Después por la tarde tocaba el templo Deprung uno de los más antiguos de Tíbet y tampoco decepcionó. Estábamos solos. Es temporada baja y aunque el frío se nota, tiene cosas positivas cómo poder conversar con monjes tibetanos sobre la realidad del Tíbet & China en una sala «secreta» con fotos del Dalai Lama, completamente prohibido. La cosa va bien, noto que conectaré rápido con esta parte del Tíbet en la que todo es apasionante. También los funerales.
En la tradición tibetana el cuerpo una vez muerto es donado al cielo. Para ello se lleva al difunto a un templo cercano al Sera y ahí, los verdugos trocean el cuerpo en pequeñas piezas para después llamar a los buitres que esperan ansiosos el desayuno. Esta mañana he tenido la suerte de «asistir» a un funeral tibetano, desde la distancia puesto que no se trata de una atracción turística. Y la sensación de ver a centenares de buitres descender a toda velocidad para comer el cuerpo ante los ojos de los familiares, ha sido espectacular.
Por la tarde, al famoso Palacio de Potala. Eso sí que es una atracción turística, y aunque por fuera es fantástico por dentro se ve vacío, sin alma. Y eso, en este país (sí, he dicho país y no me refiero a China) es muy grave.
Mañana parto rumbo al Campo Base del Everest. A la vuelta, en 3 días, os cuento.
Pues eso, Que mañana a las 6:00 cojo un tren desde Xian que 33 horas más tarde me dejará en a Lhasa.
Como ya sabéis llegar al Tibet no es tarea fácil ya que el gobierno chino tiene controlada la entrada al país. Para entrar necesitas un Permit que solo conceden las agencias de viaje y por el que te piden una pasta, sin él no puedes comprar el billete. Creerme yo lo intenté y fue imposible, aunque me consta que algunas veces cuela.
El caso es que tuve que ir a comprar el billete con un chino porque a ellos sí que se lo venden. Con el billete comprado, el siguiente paso era cerrar el precio del tour con la agencia elegida y como finalmente somos 4 nos sale un precio bastante barato teniendo en cuenta las barbaridades que he visto por ahí.
Serán 8 días de ruta en una zona que aunque todo el mundo dice que no es lo que era, lo cierto es que me muero de ganas de llegar. Me hace especial ilusión ver el Everest, creo que será uno de los momentos memorables del viaje.
El próximo post, desde 3.650 metros de altura, a ver cómo me trata el mal de altura y el frío.