Cuentos chinos

La salida de Mongolia y la llegada a Beijing ha sido eso, un cuento chino. Para llegar a Beijing desde Mongolia tienes 3 opciones: avión, transmongoliano o tren mongol local. Yo he elegido la tercera, la más divertida y más barata por otro lado. Una vez en la frontera mongola tienes que subirte en un jeep «ilegal» que cruza la frontera, te bajas 4 veces para cruzar diferentes aduanas y después de 3 horas llegas a Erlian, la primera ciudad china que hace frontera con Mongolia.

Y aunque odio las fronteras y lo que significan, es tremenda la sensación cuando cruzas una y ves lo diferente que es un país de otro. Al llegar a China tenía que esperar 6 hoas hasta coger mi bus a Beijing por lo que decidí pasear, durante el paseo me crucé con un grupo de chinos que degollaban y posteriormente limpiaban una oveja para después vender la carne a los restaurantes cercanos.

El bus rumbo a Beijing salía a las 16:30 y he llegado a las 05:30 a la capital china. Y ahí he alucinado. La gente, en manadas corría a esas horas de la mañana y yo con mi mochila no sabía donde estaba, cansado de buscar un metro me he subido a un taxi y después de estar más de 10 minutos sin movernos el taxista me ha dicho que sería mejor que lo coja en la otra dirección. Eso he hecho, he regateado el precio con el nuevo taxista y en 10 minutos he llegado a mi nuevo hostal, el Leo Hostal. La calle es preciosa, es como cualquier ChinaTown del mundo pero de verdad. He domido un par de horas y me he lanzado a la ciudad, primero a la ciudad prohibida y después a la famosa plaza de Tianmen donde Mao descansa en paz (¿?).

Cuando ya me iba a ir he conocido 2 chinos con los que he pasado la tarde.

Las sensaciones son buenas y lo de la comida, es increíble. En España se come bien pero aquí no echas de menos las spanish food.

Mañana más…

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