Confesiones de un viajero solitario

«Pero todos los viajes eran viajes de regreso. Cuanto más lejos va uno, más desnudo se encuentra, hasta que hacia el final, cuando ya no le anima ninguna escena, uno se siente sobre todo uno mismo. Un hombre en una cama de hotel rodeado de botellas vacías. El hombre que dice «tengo mujer e hijos» cuando está lejos de casa; y en su casa habla de Japón.

Pero no sabe (cómo podría saberlo?) que las escenas que se suceden a través de la ventanilla del tren, desde la Victoria Station hasta Tokyo Central, no es nada comparado con el cambio que se opera en sí mismo, y que escribir sobre viajes, que al comienza resulta sin duda divertido, pasa de ser periodismo a ficción y llega, casi con la misma rapidez que el Kodama Eco, a convertirse en autobiografía. Desde ahí, cualquier viaje ulterior va en línea recta hacia la confesión, hacia un desconcertante monólogo en un bazar desierto».

Lógicamente, no es mío y no tiene nada que ver con Laos, pero salvando las distancias, refleja mi estado de ánimo. Es de Paul Therox autor de varias novelas de viajes y que yo he sacado de «El gran bazar del ferrocarril», libro que recomiendo a los amantes de dicho medio de transporte. Lo he cambiado por Lost Horizons y Adverbios.

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