Cuando uno piensa en el Tibet lo primero que le viene a la cabeza es el Dalai Lama, los monjes budistas o el Everest. Y así es, pero también es mucho más. Es una región que históricamente ha vivido ligada al budismo, donde la espiritualidad es un valor que está muy por encima de otros. Y la religión, forma parte imprescindible de su pasado y de su presente. Y de su futuro? Pues no sabría que decir.
Como todos ya sabéis hay mucha controversia respecto a la actitud de China con el Tibet. Los chinos dicen que les han hecho un favor librandoles de la esclavitud a la que estaban sometidos bajo el mandato de los Lama, y cierta razón tienen. Aunque no nos engañemos, el Tibet es la gallina de los huevos de oro, y muchos chinos están haciendo negocio a su costa, por lo que no es de extrañar que la razón principal por la que el gobierno chino ha ocupado el Tibet y declarado persona non grata al Dalai Lama, no es otra razón que el dinero. Un ejemplo, para entrar al Tibet las trabas para los extranjeros son inmensas y solo se solucionan a través del pago de un Permit que se han sacado de la manga y que casualmente solo gestionan agencias de viajes chinas. Esta situación se acentúa a partir del 2006 con la apertura de la línea de tren más alta del mundo que conecta China con Lhasa. Para un turista es una delicia ya que a parte de acortar el trayecto, los paisajes son sencillamente increíbles. Pero si piensas un poco, en seguida te das cuenta que no es más que una herramienta más para la colonización china de Lhasa. Y en efecto, la primera impresión que uno tiene de Lhasa es esa, una ciudad china más.
Por suerte, si uno va al Tibet no solo se queda en Lhasa y ahí es cuando se puede apreciar la esencia de lo que uno ha leído. Eso sí, que nadie pretenda sentirse como Brad Pitt en 7 años en el Tibet o como los escaladores que hace 25 años iban al campo base del Everest. Hoy la carretera está impecable, mejor que muchos tramos de la N-II del Maresme, pero de vez en cuando el destino te depara ciertos guiños que te permiten soñar en que sí es posible ver el auténtico Tibet. Nosotros, tuvimos la suerte de comprobarlo charlando con unos monjes del templo de Deprung o asistiendo (a la distancia) a un funeral tibetano que consiste en cortar los cuerpos en pedazos y donarlo al cielo a través de centenares de buitres que descienden de la montaña con los primeros rayos de sol.
Hay mucho por ver, pero bajo mi punto de vista el Campo Base del Everest es parada obligatoria, a poder ser en temporada baja, ya que según me comentan en temporada alta pierde cierto encanto, y aunque tiene mucho, merece la pena disfrutarlo todo.
En definitiva, el Tibet mola, especialmente si te interesa el budismo. He de reconocer que a pesar de mi poca fe en las religiones, he disfrutado aprendiendo el significado de los puntos básicos del budismo. eso sí, todo teoría. De hecho, creo que el que persigue ese sueño de refugio espiritual lo tiene dificil. No imposible, creo que se puede pero ello requiere tiempo y sobretodo huir de los circuitos turísticos. Cómo? Pues no tengo ni idea pero una opción sería conociendo los pequeños pueblos tibetanos dejando el coche de lado y moviéndose a pie o bici. Y sobretodo, con un guía/amigo tibetano.
Dicho esto, este fue mi planning los 9 días que estuve en el Tibet:
05/11 al 08/11 LHASA desde Xian
Jokhang temple.
Barkhor street.
Deprung monestry.
Funeral tibetano.
Potala palace.
09/11 SHIGATSE
Yamdrok-tso lago.
Pelkhor Code templo.
10/11 EVEREST BASE CAMP
11/11 SHIGATSE
12/11 LHASA
Tashilunpo monasterio
Sera temple con los monjes discutiendo
Cuánto me ha costado?
Unos 250€ el Permit y el guía durante 9 días. Comida y alojamiento a parte. Lo contratamos con el Hostal Mix Hostel de Chengdú, pero puedo daros el contacto del guía tibetano y quizás os ahorráis un dinerillo tramitándolo todo con él directamente.
Lo que + me ha gustado…
tener el Everest para mi solo.
Lo que – me ha gustado…
la excesiva presencia policial en Lhasa.
Para ir al Tíbet hay que ir con un tour organizado ya que te tienen que gestionar el Permit para entrar en Lhasa y poder así comprar el billete de tren. Como todos los tours del mundo a más gente más barato. Yo tuve la fortuna de contactar con Gisela, una catalana que vio mi blog a raíz de una nota que dejé en Altaïr. Ella, por ahora está viajando por China, un viaje de algo más de 2 meses y que es su preparativo para el gran viaje. Durante el mes anterior, nos estuvimos maileando con la agencia de viajes para encontrar más gente, siempre los hay, decían. Pues a falta de 3 días no los había y nos salía el viaje extremadamente caro.
En ese momento estaba en Xian así que pregunté en el hostal a ver si alguien más quería viajar y a los 5 minutos apareció Brian. Un irlandés, que vive en Austrália, muy divertido, al que le encantan los yaks y que conoce todo el sud este asiático. Le expliqué el plan y me dijo que sí.
Bien! Ya eramos 3 y el precio ya era asequible así que solo tocaba el papeleo, pero eso lo dejé para la mañana siguiente. Al levantarme me reecontré con 3 viejos amigos que conocí en Pingyao. 3 amigos holandeses (como no) que están viajando durante 2 años y que venían con Jasmine. Otra chica holandesa con la que también había coincidido en Pingyao. Estaban recién llegados nos explicamos qué tal estabamos y al contarles que me iba al Tíbet, Jasmine no se lo pensó dos veces y me dijo que también se apuntaba.
Fantástico! 4 es el número ideal. No podía ir mal de ninguna manera. Y así fue. Fueron 9 días cargados de emociones, frío y muchas risas, gracias a ellos 3 y a Ja Bu, nuestro guía tibetano. Una persona encantandora, con unos conocimientos del Budismo que nos dejaron de piedra. Vamos, un buen guía y mejor persona.
PD: la agencia de viajes con la que lo encargamos fue el MixHostel y nos salió por unos 2.290 RMB (250€) durante 9 días. Entradas, comidas y alojamientos a parte.
Hoy es un día especial para dos amigos: Xell y Alvaro. Ya que a partir de hoy serán uno más en la familia. Es por ello, que les he dedicado este vídeo desde Lhasa, la capital del Tibet.
Y para dar fe de ello ahí va el plato típico del Tíbet, el momo:
Quizás algunos ya lo conocéis, los que no, tenéis que saber que es increíble. Es sabio y eso le hace parecer mucho mayor de lo que en realidad es. Es el típico hermano mayor que siempre sale en defensa de los suyos y quizás por eso, algunos piensan que tiene mala fe. Pero cualquiera que haya podido estar con él a solas, sabrá que se trata de todo un ejemplo para el resto. Eso sí, solo en el caso de que pases la prueba y resitas los más de 5.200 metros que separan el 1r campo base del Everest con el nivel del mar.
Al ir en temporada baja, hemos tenido la suerte de estar completamente a solas con él. Momento que he aprovechado para preguntarle qué le parecía el hecho de haberse convertido en una atracción turística, y muy modestamente me ha respondido que se siente halagado por los miles de personas que le vienen a ver, especialmente de los más atrevidos que lo hacen andando desde Lhasa o Kathmandú (no ha sido mi caso). Le digo que quizás, la próxima vez, aunque no prometo nada.
Se va acabando el tiempo, estamos a -20º y aunque el sol nos acompaña el mal de altura parece que vuelve a asomar la cabeza. Justo en el momento en que me voy a despedir me confiesa algo; que lo del blanco es por cuestión de imagen pero que en realidad es del Barça y que desde los 8.000 también está claro que nadie más que Xavi se merece el balón de oro.
Me despido de él y le digo hasta pronto.
Llegar al Tíbet desde el 2006 es más sencillo, gracias a la línea de tren que construyeron los chinos con el objetivo de colonizar su capital, Lhasa. Y en efecto, aunque el paisaje por el norte del país via Golmud es precioso, la llegada a la estación destrempa. Es una ciudad china más. Eso sí, que no haya calefacción aquí, a -2º por la noche, se nota. El trayecto en tren se caracteriza por los síntomas del mal de altura y es que en algunos momentos rozamos los 5.000 metros y aunque hay oxigeno, no ví que nadie lo utilizara.
Por la mañana me di cuenta de que estaba en 2 ciudades, la Lhasa china y la Lhasa real. El templo de Jonkang es impresionante, con todos los peregrinos rezando y girando alrededor del templo por la calle Barkhor durante más de 5 horas. El olor a incienso inunda la calle y el humo esconde a los muchos polícias, pero no a sus rifles.
Después por la tarde tocaba el templo Deprung uno de los más antiguos de Tíbet y tampoco decepcionó. Estábamos solos. Es temporada baja y aunque el frío se nota, tiene cosas positivas cómo poder conversar con monjes tibetanos sobre la realidad del Tíbet & China en una sala «secreta» con fotos del Dalai Lama, completamente prohibido. La cosa va bien, noto que conectaré rápido con esta parte del Tíbet en la que todo es apasionante. También los funerales.
En la tradición tibetana el cuerpo una vez muerto es donado al cielo. Para ello se lleva al difunto a un templo cercano al Sera y ahí, los verdugos trocean el cuerpo en pequeñas piezas para después llamar a los buitres que esperan ansiosos el desayuno. Esta mañana he tenido la suerte de «asistir» a un funeral tibetano, desde la distancia puesto que no se trata de una atracción turística. Y la sensación de ver a centenares de buitres descender a toda velocidad para comer el cuerpo ante los ojos de los familiares, ha sido espectacular.
Por la tarde, al famoso Palacio de Potala. Eso sí que es una atracción turística, y aunque por fuera es fantástico por dentro se ve vacío, sin alma. Y eso, en este país (sí, he dicho país y no me refiero a China) es muy grave.
Mañana parto rumbo al Campo Base del Everest. A la vuelta, en 3 días, os cuento.
Pues eso, Que mañana a las 6:00 cojo un tren desde Xian que 33 horas más tarde me dejará en a Lhasa.
Como ya sabéis llegar al Tibet no es tarea fácil ya que el gobierno chino tiene controlada la entrada al país. Para entrar necesitas un Permit que solo conceden las agencias de viaje y por el que te piden una pasta, sin él no puedes comprar el billete. Creerme yo lo intenté y fue imposible, aunque me consta que algunas veces cuela.
El caso es que tuve que ir a comprar el billete con un chino porque a ellos sí que se lo venden. Con el billete comprado, el siguiente paso era cerrar el precio del tour con la agencia elegida y como finalmente somos 4 nos sale un precio bastante barato teniendo en cuenta las barbaridades que he visto por ahí.
Serán 8 días de ruta en una zona que aunque todo el mundo dice que no es lo que era, lo cierto es que me muero de ganas de llegar. Me hace especial ilusión ver el Everest, creo que será uno de los momentos memorables del viaje.
El próximo post, desde 3.650 metros de altura, a ver cómo me trata el mal de altura y el frío.