Ha tardado un poco más de lo previsto por motivos técnicos pero ha merecido la pena.
Ahora sí, esto ya es un blog.
Mil gracias especialmente a Zumbie (Jordi Ramón) por el arte y a Trebla (Albert Espinosa) por subirlo.
La isla Olkhon. Una isla alejada, a más de 7 horas en bus desde Irkutsk por la única carretera que hay. El clima en esta parte del planeta es tremendo. Por la mañana puede estar nevando sin cesar y a las pocas horas un espléndido sol convierte el hielo en agua. Por suerte para mí, la mayoría del tiempo ha hecho sol y hasta calor y puedo decir que me he puesto moreno.
Elegí Olkhon island porque es la mejor opción para disfrutar del lago Baikal, un lago inmenso, que acumula el 80% del agua dulce del planeta. Es una barbaridad. En la isla no hay más de 1.500 personas pero los meses de julio y agosto se multiplica x 10. Por esta zona es muy común encontrarte con Buryats, gente procedente de Mongolia con su propia lengua y unos rasgos fisícos muy diferentes a los rusos.
Me he hospedado en el Nikita’s Guesthouse, una especie de Marina d’or para bag packers donde he conocido otros viajeros muy interesantes que te cuentan historias que te dejan con la boca abierta. Con algunos iré coincidiendo ya que hacemos rutas similares.
Hoy es mi última noche en Siberia. Mañana a las 21:50 hora Irkutsk cojo el tren rumbo a Mongolia, esta vez son «solo» 33 horas aunque 6 horas las pasas en la frontera entre los dos países. Creo que será un viaje muy interesante también.
Después de casi 4 días en un tren con sus 4 noches. Algo así como ir de Barcelona a Berlín y darte cuenta que te has dejado la cámara, volver a por ella, volver a ir a Berlín y todavía faltan quilómetros. Exactamente algo más de 5.800 km. Unas 87 horas. Después de todo, ya estoy en Irkutsk. Pero tranquilos, no os voy a aburrir con datos. Así que, ahí va la secuencia de los hechos:
Mi tren era el 044 y el vagón número 9, a pesar de que al principio me pusieron en uno que al parecer no tocaba y a media noche tuve que cargar mis cosas hasta encontrar mi nuevo compartimento. Son compartimentos de 4 con puerta, o lo que es lo mismo kupé. Dentro de mi verdadero compartimento había una señora muy grande que había ocupado mi espacio y parecía no querer quitar sus cosas. Como yo venía caliente de haberme discutido ya con una rusa china (rusa con rasgos asiáticos) no di mi brazo a torcer. Finalmente lo conseguí y me puse a dormir. A la mañana siguiente le dije privet con algo de temor pero enseguida me sonrió y me ofreció fruta y supe que nuestras disputas habían terminado. Desde entonces nuestra relación sería fluida y se basaría en un ofrecimiento constante de comida por parte suya a la que no podía negarme.
Es una mujer típica de Siberia, o al menos imagino yo que deben ser así. No sonríe nunca, pero hay gente que no hace falta que sonría para saber que todo está bien. Ella va hasta Chita unas 10 horas más lejos que yo por lo que calculo que llegará a las 100 horas. En las muchas horas muertas que pasamos le cuento mi viaje y alucina, hace que no con la cabeza y yo le digo da. Me pregunta si estudio y le digo nyet, que he estado trabajando y zas! encima de la mesa hay un anuncio de MediaMarket (exactamente igual que los españoles pero en cirílico), creo que servirá, pero no. Se piensa que soy periodista y me da igual eso nos dará más que hablar…
En el resto del vagón son todos rusos: un matrimonio con un simpático niño de 4 años que a pesar de pequeños momentos de locura lleva muy bien el hecho de estar encerrado. El compartimento del otro lado es misterioso, el primer día suben 4 policías y después fue subiendo gente que se encerraba y no volvía a salir hasta bajar en su estación. Como seres invisibles que permitían a mi mente fantasear sobre lo que «realmente» sucedía. También están Sasha y Dimitri, dos cuarentones rusos que me invitan a su compartimento a beber vodka, y aunque es de mala educación rechazar el ofrecimiento, no me queda más remedio, ya que el día antes de subirme al tren sufrí algo de fiebre y algún que otro trastorno estomacal y no me quiero arriesgar. Aún así “hablo” con ellos un buen rato, se une Andrei, otro ruso que se dedica al oil and gas. Ellos me enseñan que los rusos son grandes porque tienen el corazón grande.
La única persona que habla algo de inglés en el vagón número 9 y los contiguos es un señor que trabaja en el tren, algo así como si existiera un maquinista pero de un solo vagón, ya que nos va avisando de las paradas. El caso es que desde el primer momento me cae simpático, tiene un aire español, quizás por ello. Y mis fantasías y yo creemos que está liado con la provodnitsa, la mujer encargada de mantener el orden en todo el vagón.
Para escapar de la monotonía hago una excursión por el tren con parada en el restaurante donde rápidamente conecto con la mujer e hija que regentan el bar y entrecruzo palabras con otros jóvenes rusos aunque el olor a vodka que llevan en el tetrabrick es más tentador que mi conversación y se van.
La gran mayoría de horas las paso leyendo y mirando por la ventana, a través de ella veo Rusia y me doy cuenta que Moscú y San Piter son espejismos. Si quieres ir a Rusia tienes que adentrarte y para ello hay que coger el tren. He visto miles de árboles, pueblos sin carreteras, edificios derruidos, perros solitarios, militares y sus tanques, niños que juegan sin pelota. El paisaje es extremadamente bonito y me da la sensación que además de viajar en el espacio también lo hago en el tiempo. Salgo de Moscú a inicios de otoño pero en 4 días parece que ya hemos pasado al invierno, durante el camino las hojas verdes pasan a rojas y el viento las sacude para saludarnos, es la manera que tiene el otoño de decirnos adiós, y es que una vez en Irkutsk la temperatura es de 5º y eso, amigos míos, es invierno. Así que no me queda más remedio que despedirme del otoño…
– Una última pregunta, merece la pena pegarte ese palizón?
– No lo sé, espero que sí, aunque el lago Baikal responderá la pregunta.
– Pero lo volverías a hacer?
– Sin duda alguna, ésta tiene que ser una de las historias que contaré a mis nietos.
PD: quiero dejar claro que aunque yo hablo siempre de TransMongoliano, la ruta hasta Irkutsk es la misma que la del TransSiberiano e incluso que la del TransManchuriano, pero para no liar al personal utilizaré siempre el término TransMongoliano.
Después de pasar 4 días en San Piter y 5 en Moscú empieza el motivo principal por el que vine a Rusia; conocer el interior del país a través de un viaje con el TransMongoliano. Mi primera parada es Irkutsk (Siberia) y para llegar desde Moscú hay un camino de casi 4 días.
Para los que no lo sepáis el TransMongoliano es una ruta y no un tren. Salen muchos trenes que tienen muchas paradas y cada pasajero se baja donde quiere. Muchos viajeros paran en Yekaterinburg o Tomsk pero en mi caso quiero dedicar el máximo de días posibles al lago Baikal (cerca de Irkutsk) por lo que no me compensaba hacer otras paradas, tanto por tiempo como por dinero. Una vez ahí mi idea es pasar una semana por 3 ciudades diferentes y después partir hacia Mongolia.
Os imagináis pasar 4 días en un tren? Yo no. Y a pocas horas de coger el tren la verdad es que me da un poco de claustrofobia, aunque sin duda creo que se tratará de una de las experiencias más interesantes del viaje. Durante estos 3 días y medio, aprovecharé para leer y ordenar fotos de Moscú. Y aunque no podré actualizar el blog, prometo hacer un mini-reportaje de un tren ruso.
PD: hoy la temperatura mínima es de -3º y el sábado es posible que nieve en Irkutsk.
Después de pasar 2 noches en el Hostel Moscow, hoy ha sido la primera noche que he pasado en casa de 2 «CouchFriends» Tanya y Steve. Él es un arquitecto irlandés que lleva 2 años trabajando en Moscú. Y ella enseña inglés a hombres y mujeres de negocios como los empleados de Inditex. Además habla ruso, alemán, francés, español y está estudiando italiano y catalán. Flipa!
Me quedaré en su casa hasta el lunes, día que empezará la aventura de verdad, ya que cogeré el tren dirección a Irkutsk. La famosa ruta del Transmongoliano. El primer trayecto son casi 4 días seguidos en el tren, pero eso os lo explico en otro post.
Felicidades Pablo. Felicidades Laura.
Lo que la integración ha unido, que no lo separe el hombre.
Ya estoy en Moscow. Han sido 8 horas en un tren ruso con rusos. Me ha tocado litera de arriba por lo que he acabado haciendo de nómada buscando otros asientos donde poder leer. En breve colgaré fotos.
La llegada en metro al centro de Moscow fue sencilla pero no tanto la llegada al hotel. Llegué a preguntar a 8 personas, y eso que tenía un mapa, y os juro que las 8 me enviaron a sitios diferentes. Aunque no les culpo seguramente si a mi me viene un ruso con un mapa cirílico preguntando dónde está paseo de gracia también les habría mandado hacia la Barceloneta. Después de casi una hora cargando las mochilas mi espalda me pidió a gritos que cogiera un taxi. Y eso hice. Y sabéis lo mejor, ya había llegado, pero con la frustración no lo supe ver.
El hostel en el que estoy está muy bien, es como una casa de estudiantes pero no de erasmus, más bien de máster (lo digo por la edad). Está muy bien situado y tiene ducha con hidro-masaje. Flipa!
Bueno, me voy que el Kremlin me espera ;)
En el Mariinsky Theatre y ha sido increíble. Yo no entiendo nada de ópera pero en este país hay una gran cultura por la música clásica y la ópera. Es por ello, que he encontrado una entrada por 12€.
Era la primera vez que veía algo parecido y he de reconocer que emociona ver toda una orquesta ayudando a explicar una historia cantada.
La historia en concreto era Khovanshchina escrita entre 1872 y 1880 y habla sobre la disputa entre Ivan Khovansky y Pedro el grande.
Son 4 actos. Algo así como unas 4 horas descansos a parte.
Y colorín colarado esta ópera se ha acabado. Y mi día también, que mañana dejo esta ciudad para ir a Moscow.