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Comiendo escorpión

Como algunas voces no se creían que había comido serpiente, gusano o escorpión, aquí os dejo la prueba. Obviamente, los chinos no comen estos manjares y se trata de una atracción para turistas.

¿Tú lo harías?

Yo comiendo un escorpión muerto:

Mi amigo polaco Cuba comiendo un escorpión vivo:

Sin duda se trata de una salvajada y antes que empiece la avalancha de tópicos he de deciros que aquí donde los véis, Cuba y su novia tienen una de las historias de amor más bonitas que he escuchado. El mismo día que se conocieron él decidió aocompañarla durante 6 meses en un viaje por Suramérica.

¿Tú lo harías?

PD: gracias Líria por subir los vídeos a YT.

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Co.& Chinos

Antes de seguir escribiendo quiero dejar claro que este post lo escribo desde el más sincero respeto hacia la cultura china. Una cultura milenaria que me apasiona. Dicho esto, es cierto que una de las cosas que más me han impactado es el cambio cultural en determinados hábitos que en occidente no se acostumbra a ver. De todo, hay 2 aspectos vinculados con la higiéne colectiva que me han sorprendido:

1. Los niños pequeños llevan unos pantalones dotados de una cremallera en la parte trasera, que en momentos de apretón abren sin discreción alguna y sueltan la papilla. La verdad es que la primera vez que lo ví en el metro de Beijing me quede de piedra. Pero lo cierto, es que he estado pensando al respecto y al fin y al cabo tampoco es tan extraño puesto que todo el mundo sabe que los pañales son caros y cuando un niño necesito expulsar no hay nadie que lo consiga detener. Eso sí, los pantalones con la cremallera trasera son la caña!

2. No spitting please! Este cartel que prohibe escupir, está en la mayoría de sitios públicos. El caso es que esta costumbre  la he visto en otros países asiáticos (véase Índia o Mongolia), y a mi me parece tremendamente divertida especialmente cuando lo hacen las mujeres.

Véis, tampoco he sido tan malo, pero el título se prestaba a ponerlo como amante de los chascarrillos que soy. Y tengo más, pero en otros posts.

PD: chascarrillo

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Oh my lady Gaga!

Es el OMG chino. Y está expresión se repite en mi cabeza en cada esquina y es que Beijing es una ciudad increíble en la que más de 15 millones de chinos conviven.

En ella he visto la famosa plaza Tianmen donde descansa Mao, el parque del templo del cielo, el palacio de verano y como no, la gran muralla china. Pero de todo, lo que más me ha impresionada es la comida china.

En este país tienen devoción por la comida y sin duda ésta es deliciosa. Como turista que soy he probado escorpión, serpiente y gusanos. Pero como la ley en China no permite utilizar youtube ni Flickr lo no lo puedo demostrar todavía.

El caso es que Beijing mola. Es una ciudad ordenada y agradable con lo mejor de una ciudad con rascacielos y con lo mejor de una ciudad dominada por los hutongs. Y aunque aún no he cogido el pulso de los «chinorris» (con cariño) espero hacerlo en el resto de viaje que me queda.

El miércoles me voy a Pingyao, un pequeño pueblo al sur-oeste de Beijing.

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Cuentos chinos

La salida de Mongolia y la llegada a Beijing ha sido eso, un cuento chino. Para llegar a Beijing desde Mongolia tienes 3 opciones: avión, transmongoliano o tren mongol local. Yo he elegido la tercera, la más divertida y más barata por otro lado. Una vez en la frontera mongola tienes que subirte en un jeep «ilegal» que cruza la frontera, te bajas 4 veces para cruzar diferentes aduanas y después de 3 horas llegas a Erlian, la primera ciudad china que hace frontera con Mongolia.

Y aunque odio las fronteras y lo que significan, es tremenda la sensación cuando cruzas una y ves lo diferente que es un país de otro. Al llegar a China tenía que esperar 6 hoas hasta coger mi bus a Beijing por lo que decidí pasear, durante el paseo me crucé con un grupo de chinos que degollaban y posteriormente limpiaban una oveja para después vender la carne a los restaurantes cercanos.

El bus rumbo a Beijing salía a las 16:30 y he llegado a las 05:30 a la capital china. Y ahí he alucinado. La gente, en manadas corría a esas horas de la mañana y yo con mi mochila no sabía donde estaba, cansado de buscar un metro me he subido a un taxi y después de estar más de 10 minutos sin movernos el taxista me ha dicho que sería mejor que lo coja en la otra dirección. Eso he hecho, he regateado el precio con el nuevo taxista y en 10 minutos he llegado a mi nuevo hostal, el Leo Hostal. La calle es preciosa, es como cualquier ChinaTown del mundo pero de verdad. He domido un par de horas y me he lanzado a la ciudad, primero a la ciudad prohibida y después a la famosa plaza de Tianmen donde Mao descansa en paz (¿?).

Cuando ya me iba a ir he conocido 2 chinos con los que he pasado la tarde.

Las sensaciones son buenas y lo de la comida, es increíble. En España se come bien pero aquí no echas de menos las spanish food.

Mañana más…